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Sube la luz por enésima vez…, ¿hasta cuando?

Hoy se ha conocido finalmente que la luz subirá el próximo enero un 11,5 %, para acabar de darle la puntilla a una escalada de precios cada vez más desbocada (con este dato nos iremos a una subida del 55 % en los últimos 5 años, más o menos desde que se iniciara la crisis), entre otras cosas por el ya famoso «déficit de tarifa». Resulta paradójica esta subida en tiempos difíciles como los que vivimos, más aún cuando gran parte de ese déficit o deuda se originó precisamente para evitar subidas de la factura de la luz allá por el año 2000 (medida sintómatica de nuestros males de hoy: lo que importaba entonces era el crecimiento, aunque no fuese real sinó a base de deuda… pero ese no es el tema de hoy). El tema de hoy es que la crisis sigue dándonos lecciones de finanzas y nuestro vocabulario económico sigue aumentando: casi nadie desconoce a día de hoy el término «déficit de tarifa», pero lo que todos queremos saber es, ¿hasta cuando?. Para colmo parece que se trata de lecciones que además de no haber pedido, nos toca pagar a todos. Y como es lógico cuando nos dan una lección, ¡el dinero es para los que más saben! Vamos a intentar arrojar un poco de luz sobre este tema (perdonadme la expresión).

Como hemos dicho, el déficit de tarifa surge en el año 2000 para impedir en aquel momento que la factura creciese excesivamente y no condicionar la evolución de la economía. Las eléctricas argumentaban que sus costes se habían incrementado y no les quedaba más remedio que aumentar el precio y por tanto la factura de la luz. El Gobierno de aquel momento aceptó la subida de costes pero pacta con las eléctricas lo que considera «políticamente correcto»: que en lugar de repercutir la subida en ese momento se lo carguen a su cuenta (en realidad, a nuestra cuenta, esa cuenta que llamamos déficit de tarifa); algo así como, «ya lo pagaremos». Suele ocurrir en política. Los que están hoy se ponen guapos para la foto y los que vengan detrás que carguen con el mochuelo… ¡mañana ya veremos!. Así en lugar de subir la factura en aquel momento, aumentamos nuestra deuda con las compañías de la luz. El problema de esta medida es que luego ningún gobierno se ha atrevido a quitarla, y se ha creado una bola gigantesca… ¿os suena? Sí, llevamos ya muchas lecciones y todos conocemos ese concepto: burbuja. El problema de verdad es esa burbujita que nos fabricaron, que ha crecido mucho, mucho… y está a punto de explotar precisamente en el peor momento. A esta deuda se le añade otra pega más: la opacidad de este mercado, que es un sector totalmente regulado. Y es que, como estos días estamos aprendiendo, al pagar la luz no sólo pagamos la electricidad que hemos consumido, no, ¡eso sería menos de la mitad de la factura! El problema es que la factura de la luz incluye ahora, por fin, la amortización de esa deuda con las eléctricas, además de un montón de cosas: subvenciones a energías renovables, hoy por hoy no rentables, ayudas al carbón, impuestos, y otros conceptos como transporte o distribución que también fijan las compañías eléctricas, con mayor o menor transparencia.
Como solución (o parche), en 2009 se nos vendió la liberalización del mercado eléctrico. Ello significaba, al menos en teoría, que al igual que ha ocurrido con la telefonía fija, iba a aumentar la competencia entre las eléctricas, forzandolas a ajustar precios y así los consumidores íbamos a poder contratar el suministro de la luz con la compañía que quisiesemos. La realidad es que como se trata de un mercado hiperregulado, cuyas facturas incorporan un montón de conceptos adicionales al consumo real de luz de cada hogar o empresa, la parte que se destina al consumo real es reducida y por tanto esta liberalización va a tener en la práctica también un efecto reducido. Se crean tarifas adicionales a la TUR (tarifa del último recurso, en la que se encuentran la mayoría de hogares), pero por otro lado, fruto de la opacidad de este sector y la desinformación de los consumidores, al final la diferencia entre ésta y cualquier otra tarifa es en realidad casi imperceptible.
Así, hoy precisamente tras conocerse la subida del precio de la luz (resultado de una subasta trimestral a la que acuden las eléctricas, generadoras y comercializadoras, además de agentes financieros que añaden al proceso un componente de especulación), el gobierno, ante este resultado, que aunque esperado ha superado todas las expectativas, ha anunciado una investigación. Sin embargo, parece poco probable que esta investigación llegue a ningún sitio, por mucho que la situación haga tufillo o incluso nos pueda dar la sensación de estar ante un oligopolio (lo mismo que ya apuntaba el escaso impacto de la liberalización del mercado eléctrico). Así que seguimos con nuestro problema: un mercado eléctrico totalmente opaco, dominado por intereses de muy pocos, en el que además existe una herencia llamada deuda o déficit tarifario, que al menos a corto plazo parece que dificulta mucho la solución. ¿Hasta cuando? A corto plazo al menos, parece que lo que toca es desenchufar los electrodomésticos y aparatos que no estemos usando y tirar de mantas…

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